El sistema óseo está formado por un conjunto de estructuras sólidas compuestas básicamente por tejido óseo, que se denominan huesos.
Los huesos cumplen tres funciones fundamentales: proporcionar sostén al organismo, constituir los segmentos móviles del sistema de palancas configurado junto a las articulaciones y músculos, brindar protección a los órganos y tejidos internos. Otras funciones importantes de los huesos son participar en el metabolismo de diversos minerales, como el calcio o el fósforo, y en la formación de la sangre, proceso en el que está involucrada la médula ósea interior de algunos huesos.
El esqueleto humano cuenta con aproximadamente 208 huesos. Esta cifra no es constante porque algunas personas poseen algunos pequeños huesos, conocidos como supernumerarios, que se localizan en el cráneo o en los dedos. Un bebé puede tener hasta trescientos huesos ya que nace con algunos separados para facilitar el nacimiento.
Los huesos son de variadas formas y tamaños: largos, planos, cortos, esponjosos y compactos. Cada hueso cumple una función especial en el sistema. Los huesos no son estructuras lisas, ellos presentan protuberancias y partes rugosas.
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